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 Kill me Romantically.

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Rosario L.

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MensajeTema: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeJue Abr 04, 2013 3:49 pm

Primero que nada unas palabras de mi parte. Esta es una historia muy vieja mía, la escribí hace mas o menos 3 años, en un momento algo... complicado. Hace unos meses decidí editarla un poco ya que quería proponerme terminarla. La sinopsis sera algo torpe ya que no soy muy buena resumiendo espero disfruten de mi experimento para mejorar mi escritura.

***

Todo fue algo confuso, quiero decir, debía saber que pasaría, debía estar lista, pero… ahora todo giraba hasta que todo se volvía negro y yo olvidaba que pasaba, luego el llegaba y me acunaba en sus brazos. No estaba lista, no en ese momento tan perfecto, ese momento en el que hablábamos de que podríamos olvidar eso. Todo ocurrió justo en ese momento, como si la vida quisiera reírse en nuestra cara, y si que lo habrá hecho. Nuestra vida ahora era una mala novela de amor sobrenatural: imposible, oscuro, raro y sobre todo, doloroso como el infierno
.
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Ire
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MensajeTema: Re: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeJue Abr 04, 2013 3:58 pm

Me gusta de qué va, aunque si te puedo dar un consejo acerca de la sinopsis, da un poco más de información, pero no tanta, para que sea misteriosa.
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Mari_Pau15

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MensajeTema: Re: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeJue Abr 04, 2013 4:02 pm

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Rosario L.

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MensajeTema: Re: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeJue Abr 04, 2013 4:05 pm

Prologo.
Citación :
Los recuerdos son hermosos, pero cuando solo son recuerdos, ya no son algo brillante, son solo pozos negros que te absorben hasta dejarte casi morir”

Sus brazos me rodean, la cama es grande, sobra el espacio entre las sabanas negras, entre la frazada oscura y caliente que nos abriga, mi mejilla esta sobre su pecho, sus manos hacen formas sin sentido en mi espalda desnuda, nuestras respiraciones están sincronizadas, solo puedo pensar en nosotros, admirar como su pecho sube y baja con cada respiración. Esto es casa, esto, estar entre sus brazos, este es mi hogar, no importaba donde o cuando o como… solo él, escuchar su corazón, su respiración, su abrazo, sus besos en el tope de mi cabeza, su sonrisa contra mi piel, y el movimiento de sus dedos, su caricia que me llena de paz.
-Pronto seremos solo tú y yo.-dijo bajo. Lo mire, la ventana abierta de par en par dejaba que la luz de la luna bañara de una tenue luz su hermoso rostro, sus ojos brillaban mirándome, podía imaginar así los míos, después de todo esa es la mirada de alguien cuando ve a la persona que ama. Mi corazón se aceleraba aun cuando pensaba en que el me amaba a mí.
-¿No somos ya solo nosotros?
-Somos nosotros escapando de tu toque de queda-dijo sonriendo mientras ponía un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
-En la universidad también será así, todo a escondidas, toques de queda y todo eso.
Su sonrisa creció.
-Eso es solo si vives en esos pequeños dormitorios.
-Las cosas son así, universidad, dormitorios, estudiar.
-Puedes hacerlo así o mas a mi estilo, como aprovechar que tengo un departamento allí.
-¿Tienes un departamento?-me interrumpí- claro que lo tienes-dije con un suspiro-Vivirás en un departamento.
El negó-Había pensado mas en algo así como un... Viviremos en un departamento.
Parpadee sorprendida, aleje mi rostro de su pecho y me apoye en mis codos para mirarlo mejor.
-¿Vivir juntos?
Su rostro decayó, el brillo se apago y me miro con cuidado. -Quizás tienes razón, te asuste con esto, lo siento tal vez…
Lo interrumpí con mis labios sobre los suyos.
-¿Juntos?
-Siempre.
Ambos sonreímos y nos perdimos entre más besos, rodamos mas por la cama desecha, mi espalda contra el colchón y mis manos recorriendo su espalda desnuda. Presiono sus labios contra mi cuello.
-Te amo-susurro contra mi piel.
-Y yo a ti.-lo mire y el a mí, sus largas pestañas daban sombra sobre sus pómulos.- Quedémonos así, detengamos todo y vivamos siempre este momento, por favor.
Algo que amaba de nosotros era eso, que a veces no era necesario decir algo, solo sobraban las palabras. Con solo mirarlo a los ojos sabia que él me amaba.

Abrí mis ojos y pestañee adaptándome a la oscuridad de mi habitación, mis piernas estaban en un enredo de sabanas color marfil, la ventana abierta y la luz de la noche iluminaba la soledad de mi cuarto, la cama al otro lado de la habitación estaba hecha, lo que significaba que otra vez mi compañera de dormitorio dormía fuera. Frote mis ojos, aun repasando el sueño. Nuestra última noche juntos. Aparte de mi rostro el cabello que se había soltado del improvisado moño, la noche no parecía caliente, pero sentía el sudor en mi frente. Moví mi cabeza tratando de apartar el recuerdo, que solo avivaba el dolor. El tiempo no había curado la herida de separarnos, hace un año, casi un par, que llevábamos separados. Cada día lo extrañaba, y no me rendía. Saque mis piernas de la cama y mis dedos se encogieron ante el helado piso de mármol, camine a la puerta del baño y entre, la luz titilo un poco antes de encenderse, la tijera brillo dándome un guiño desde el mueble del lavamanos. Avance de manera mecánica hasta ella, la mire y mientras mi mano tomaba el frio metal, aprecié mi lastimoso reflejo. Pálida, ojeras, labios color cereza, podía sentir la sangre como producto de morderlo demasiado fuerte durante mi sueño, mi cabello castaño atado de manera improvisada. Mis ojos estaban rojos, llorosos, su color dorado estaba opaco por las lágrimas. Tome aire y baje la mirada, hace tiempo que lo hacía, hace tiempo que mi mano no temblaba al alzar el filo en dirección a mi piel pálida y frágil. Mire las heridas queriendo curar y apreté el filo de la tijera contra la piel de mi muñeca, sentí el conocido frio, y luego vi la oscura sangre. Lentamente se esparcía por mi muñeca y pequeñas perfectas gotas caían silenciosas en el suelo. Los bordees de mi visión se volvían borrosos y me deje deslizar por la pared del baño hasta quedar sentada en el suelo. Allí espere, pronto aparecería, como siempre hacia.
En un día mi vida cambio por completo, quedando destrozada y sin sentido, muchas veces he tratado de morir para volver a su lado, Patrick sigue negándose en aceptarlo, y no me lleva con él. Estoy vacía y sola en el mundo. Mi vida continúa, los días pasan y todo se mueve, pero yo no avanzo con ella. Permanezco aferrada a mis felices pero dolorosos recuerdos, porque son solo eso… recuerdos.
Pero no perderé la esperanza, la esperanza de que volvamos a estar juntos y
ser ese hermoso… Nosotros.
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Rosario L.

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MensajeTema: Re: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeJue Abr 04, 2013 4:23 pm

CAPITULO 1
Mis ojos se abrieron, no recordaba bien cuando había caído inconsciente, cuando había llegado a la cama, cuando se me había vendado mi muñeca. Suspire frustrada contra el vendaje. Me incorpore en la cama, la habitación bañada de luz por la ventana. ¿Cómo llegue aquí? Y no me refería a mi cama ¿Cuándo demonios termine yo tan rota? Mire mis muñecas ¿Desde cuándo era tan difícil morir?

No te quiere a su lado ¿Qué tan difícil es de entender eso?


Los dulces pensamientos matutinos ya comenzaban a sonar en el fondo de mi cabeza. Los flashes de la noche anterior pasaban muy rápido por mi mente, el rostro de Patrick se veía cada vez mas lúgubre, casi no hablaba, sus ojos me miraban con dolor. Podía saber que él se culpaba de esto, y saber que yo le causaba dolor no ayudaba, pero me había prometido no flaquear, el también lo había hecho. Ahora ambos estábamos tirando de la cuerda y el nudo se mantenía en el centro, sin ir más hacia ninguno de los dos, el dolor era para ambos y la fuerza no cedía.
No nos cansábamos de este juego de lastimarnos, el sufría, yo sufría, y si yo sufría el lo hacías, era un circulo de dolor envuelto en lo que llamábamos amor.
Tantas preguntas en mi mente me aturdían, el sonido de la ducha me significo la posibilidad de unos minutos más en la cama, más tiempo para despertar, aunque nunca llegara a hacerlo por completo. Me deje caer en la cama y mire el techo blanco del dormitorio. Las preguntas eran como un nudo gigante, y lo frustrante era que solo cosas básicas fueran las únicas que tuvieran respuestas.
¿Quién soy? Suspire. Aparte de la patética chica olvidada en este vasto mundo. Mi nombre es Anastasia Whiteheart, tengo 19 años, soy estudiante de filosofía y letras. Padres divorciados, con nuevas y felices vidas que no me incluyen. Mi madre es una mujer profesional que no me ha perdonado por querer protegerla, mi padre es un bastardo que la engaño con una de sus alumnas de leyes en la universidad en la que trabaja. Tengo un par de amigas, muy diferentes, una es Prudence, la conozco desde toda mi infancia, la otra es Aria, que también es compañera de dormitorio. Tengo un trabajo, es en un café bar en el centro de la ciudad, de esos en que los punks y góticos leen poesía, y donde los chicos melancólicos tocan la guitarra.
¿Por qué soy una muerta en vida? Bueno lamentablemente soy una muerta en vida… Patrick… él lo era todo, él era el único que me había amado, él era lo que me hacia olvidar mi pasado, lo caótico que era mi presente y el… él me prometía un futuro, uno de esos felices, en los que vives con alguien, miran películas en un cómodo living, lavan los platos juntos incluso salpicándose agua, un futuro con alguien que me abrace por las noches y diga: todo estará bien mañana por que nos tenemos a ambos.

“Solo somos tú y yo… y eso nos basta a ambos.”

¿Porque tenía que todo complicarse? ¿Porque me hacia esto la vida? Me dio la felicidad, me había dejado conocerla bien y había hecho que creyera que era algo que no me podían quitar, para luego arrebatármela y dejarme en el suelo de una patada, que hacia arder mi pecho, con cada pensamiento. Me esforzaba para mantenerme algo cuerda y no quedar del todo sola, me esforzaba por volver a su lado, pero él lo impedía.

Peleare por nuestro amor, lo prometí. Lo haré por ambos.


La puerta del baño se abrió trayéndome de nuevo a la realidad. Aria salió como todas las mañanas, solo con su ropa interior, hoy negra, y una toalla en la cabeza. Su cuerpo era de una envidiada delgadez, la justa, su vientre plano, era baja pero sus piernas se veían largas, vi todas sus uñas negras, su pecho no era voluptuoso, pero ella siempre sabia lucirlo con su ropa. Ella defendía que éramos idénticas en lo físico, y bueno quizás sí, yo no me esforzaba como ella para verme… sexy o siquiera bien. No quería hacerlo ahora. Antes solía hacerlo.
Con ella nos habíamos conocido en los últimos años de preparatoria, no íbamos a la misma, ella iba a unas actividades extracurriculares al igual que yo, compartíamos gustos, compartíamos un parecido que solo hermanas podrían tener. Ella decía que lo éramos, aun lo dice. Éramos Sia e Ia, recuerdo aun cuando salíamos con Patrick, éramos de meternos en problemas todos juntos, con algunos amigos mas, todo por la diversión.
Soltó la toalla de su cabello dejando caer la cabellera que le llegaba a sus hombros, eso era lo que teníamos diferente, nuestro cabello. Ella era un color chocolate, con algunas mechas de colores que al menos por ahora debías esforzarte en buscar, yo en cambio, llevaba un cabello más claro, de algo así como un color caramelo, más largo y hacía tiempo que no jugaba a pintarlo.
Aria camino hasta el tocador de madera, color vino, con toda la superficie llena de maquillajes y perfumes y demás cosas que ambas usábamos. Sentada en la silla me miro a través del espejo y me dio su sonrisa de siempre.
-¿Aturdida?
-Algo-dije tratando de sonreír mientras frotaba mis ojos, cuando aparte las manos su mirada estaba directamente sobre mí, sobre los vendajes nuevos.
-Sia…-negó y sonrió-¿Desayunamos?
Suspire aliviada ante su abandono al tema sobre mis vendajes.
-He quedado con Pru-me levante de la cama y comencé a hacerla de manera rápida dejándola prolija con sus almohadones encima.
-Prudence… ella y tú se han estado distanciado mas estos días, desde su último viaje de vacaciones.-comento peinando su cabello luego de haber ya maquillado sus ojos.
-No lo he notado si es así… trato de evitar que me vea así-susurre tomando mi ropa y caminando al baño.
Aria me miro y sonrió-¿Te veré en clases entonces?
Sonreí en respuesta y me encerré en el baño. La ducha trajo algo de vida a mi cuerpo, sentía como me faltaban energías, luego de vestirme con mi ropa interior me senté en el mueble del lavamanos y arregle los vendajes, Pru los notaria y otra vez tendríamos una discusión. Cuando salí Ia ya no estaba solo unos de sus pañuelos vintage sobre la cama, para cubrir los vendajes nuevos. Aria no aceptaba que me cortara, me quería y se preocupaba, pero ella decía que cada uno tenía que golpearse solo para aprender, solo tenían que esforzarse en demostrarme que estaban, según ella. Prudence en cambio decía algo mas como: supéralo, el murió, tu vives y arruinas tu vida... ¿sabes lo que dicen y piensan de ti?
Como si me importara lo que la gente pensara sobre algo que no conocía, porque ni ellas sabían que era lo que realmente sucedía. No lo sabían ni lo comprenderían. Lo que me falta es que si digo la verdad me llamen loca. Me cambie y tomando mi morral de cuero gastado salí del dormitorio. Por los pasillos de los dormitorios veías puertas abiertas, chicas en pijama y cambiándose, sin un poco de vergüenza, pocas puertas se cerraban realmente por las mañanas, solo por las noches y los horarios en los que no había nadie, la puerta se trancaba.
Fuera del edificio de dormitorios, podías apreciar bien las hermosas construcciones de ladrillos, que gran parte se cubría por enredaderas de un verde brilloso. Camine por las veredas del campus, paseando por los amplios parques que disponía la universidad, estudiantes pasaban en bicicletas, patines, skates, todos disfrutando del día soleado.. UCLA, universidad en Los Ángeles California. Yo había crecido en Nueva York, bueno cerca, aunque siempre iba a la ciudad, no puedo vivir fuera de lo que es la gente acelerada corriendo. Patrick había dicho que venir lejos, a una buena universidad, en un lindo lugar como Los Ángeles sería bueno, además su departamento nos esperaba. Suspire y apresure el paso al café en donde había quedado encontrarme con Prudence. Cuando entre ella ya estaba allí, su cabellera de un rubio casi blanco, impecablemente lacio, la descubría entre la multitud, aun ahora cuando la llevaba en una trenza.
Camine a la mesa cercana a la ventana que ella había elegido.
-Hola-dije sentándome y poniendo el bolso sobre mi regazo, corrí mi cabello a un lado para que no molestara, cuando mire a la cara a Pru que se mantenía en silencio note el porqué. Su mirada estaba fija en mis muñecas.
-¿Otra vez?
Tome el menú ignorando su pregunta- Creo que pediré un batido, hace mucho calor hoy… quizás una porción de esta nueva tarta, tienen una de frutilla, a ti te encantara.
-¿No me dirás como estas?
Aun detrás del menú hable mientras miraba las fotos de una tarta de coco-Preferiría no contesta eso.
Bajo mi menú y me miro con el ceño fruncido, cabellos rubios caían sobre sus ojos azules.
-Lo hiciste de nuevo.
-No sé muy bien de que hablas, deberíamos pedir ya el desayuno…-no llegue a terminar de hablar ya que tuve que contener un pequeño grito ante el agarre sobre mi muñeca, la mano de mi amiga apretaba sobre los recientes cortes.
-¿No sabes de que hablo?-apretó mas-De esto estoy hablando. ¡¿Que satisfacción sacas de esto?! ¿Por qué te estancas en el pasado? Murió! Tu no, no tienes que hacer el circo de Romeo y Julieta, y seguirle. Supéralo de una maldita vez.
Jale de su agarre y libere mi muñeca, Prudences no sabía lo que pasaba me repetí, como todo el mundo que me conocía y había conocido a Patrick, todos pensaban que él había muerto en una choque de autos a causa de unos borrachos. Nunca podría superar que el hombre que amara viviera lejos de mí, ambos nos amábamos y habíamos prometido estar siempre juntos. Le necesitaba conmigo.
-Hablas como si fuera fácil, como si no se tratara de la muerte de la persona que amaba, si no de la muerte de mi mascota. -respondí mirando por la ventana.
-¿No ves que todo el que te quiere sufre con verte así?
-No hay mucha gente que se preocupe de verdad por mi… Aria y tu solamente… mis padres no han hablado conmigo por meses. Solo pagan esto para tenerme lejos.
-Ana a mi-resalto el “mi”- me importas. Que importan los demás. Deja de sufrir por él. Ha pasado tiempo, mas del que pensaba del que tardarías en reponerte, no puedo quererte si tú no te quieres a ti misma.
Prudence y Aria se llevaban muy mal, prácticamente se aborrecían, por alguna razón que ignore siempre. Ambas me trataban diferente, actuaban diferente, incluso usaban diferentes apodos.
-Debo suponer que tú esperabas que me repusiera con los meses, que saldría contigo y los chicos con los que sales, tendríamos citas dobles con chicos que tú apruebes. Tú jamás quisiste a Patrick.
-Es verdad, nunca lo quise por que supe que te lastimaría, y mira no me equivoque ¿verdad?
-Claro, el hizo ese accidente solo para lastimarme, murió para lastimarme, que bien salió su plan ¿no? Sufro porque lo amo, y lo amo porque el… no podrías comprender, tu vida está completa, pero jamás te has enamorado de verdad, jamás amaste a alguien tanto que te duela.
Prudences se puso de pie de golpe-He amado a alguien, tanto que duele, pero jamás se fijo en mí y solo me lastimo. Solo no quiero seguir viéndote de esta manera, pero sabes que, solo sigue en tu tortura, sigue viéndote como la pobre niña que nadie ama, así nunca nadie te podrá amar por qué no se los permites.
No espero respuesta, no dejo tiempo para que yo dijera algo, simplemente se fue, mientras yo miraba mis manos temblando sobre el menú del café.
Luego de esto mi día avanzo como si cargara una mochila llena de piedras en la espalda, Fue algo doloroso su paso lento, las horas era demasiado largas y para el almuerzo donde compartí unas pocas palabras con Aria, mi estomago era un nudo que no permitiría que nada entrara.
Mientras caminaba de regreso a mi dormitorio, luego de las densas clases, con profesores que hace años habían dejado de emocionarse con hablar de algo que les “gustaba y apasionaba”, me encontré con Pru, ella reía con otras chicas, reconocía a un par. Pensé que el mundo era demasiado pequeño como para que las chicas que mas habían arruinado mi adolescencia llegaran a la misma universidad. Caroline, sonreía moviendo su cabello teñido, había venido hasta aquí para ir a la misma hermandad de su madre, y su amiga Jane, ella había ido para seguir siendo miembro de su sequito. Ellas me habían hundido por ser como era, por desafiarlas un par de veces y finalmente por Patrick. Caroline decía que por popularidad le pertenecía, luego de que el la mandara al diablo, al ser el eslabón débil de la pareja me ataco para que terminara con él y ella intentar su coqueteo. Me han acusado de bruja por hechizarle para que fuera mío, me han acusado de traer desgracias por lo de mis padres y lo de mi novio…
A veces pensaba que solo venían por la satisfacción de mofarse de mi, y ellas ayudaban a hacer creíble esa teoría.
Camine rápido para pasarlas pero era inevitable.
-Hey mira quien va por allí, la bruja ¿debería traer algo de rojo para protegerme de tus males?
-Eso es para el ojeado idiota-respondí- no envidio nada de ti.
-Oh, se que lo haces tontita-se acerco con una sonrisa y yo se la devolví.
-Yo no estoy carga de silicona como tú y no tengo que pagar una lipo para ser delgada-ella frunció su ceño y su sonrisa se evaporo- Oh sí, lo sé. Sabes que mas no envidio, tu reputación, que son las primeras 6 letras de esa palabra- pude notar que no entendía y reí.-Tampoco envidio el que te falte el cerebro.
-¿Y no envidias que yo tenga mis muñecas lisas?
Me quede callada y ellas comenzaron a reír, mire a Prudence.
-Le dijiste…
-Yo…
-Tú no tienes que explicarle nada a una suicida, ni siquiera puede cortarse bien.
Sentí como mis ojos picaban, alertando las ganas de llorar, por la traición de mi amiga. Retrocedí y comencé a caminar ignorando los comentarios que aun seguían soltando Caroline y Jane para alimentar las risas. “Patética” me gritaban, como cuando éramos adolescentes, aun aparentemente lo éramos. Me encerré en mi habitación y solo me tire en la cama, estaba sola ahora. No me dolía las burlas, los insultos, no me dolía nada ahora, más que la traición que era capaz de hacerme Prudence.
Yo me he encerrado en un cuarto vació, me he encerrado creando murallas para alejar a los demás de mi, y lo logro lentamente, espanto a la gente, siempre lo he hecho.

“Te extraño ¿sabes? Si tu estuvieras, me abrazarías, si tu estuvieras yo no lloraría, yo no querría morir, porque te tendría.
Seriamos ambos contra el mundo.
Te necesito porque contigo se fue mi coraje y la valentía que admirabas de mí. ¿Me amarías ahora, viéndome así?
¿Piensas en mí como yo lo hago?
Soy egoísta, lo sé pero, es tu culpa ¿sabes?
Tu creaste esta dependencia, me aseguraste no tener que pelear por que lo harías por ambos pero y ahora ¿
Qué hago?”
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MensajeTema: Re: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeJue Abr 04, 2013 5:34 pm

ufff que tristeeeee D': jobaaa (casi se me saltan las lágrimas) pobree Sad
la historia está genial, me ha enganchado, de veras Very Happy
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MensajeTema: Re: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeJue Abr 04, 2013 9:01 pm

La música, la misma canción se repetía una y otra vez, se oía lejana, al menos al principio, lentamente su volumen subía, conforme la conciencia volvía a mí. De manera automática mi brazo colgó por el lateral de mi cama, mi mano se hundió en mi morral donde busco a ciegas el aparato ruidoso que me despertaba, cuando lo tome dejo de sonar.
Sabes, yo siempre ame un momento. Ese en el que estas despertando pero sigues lo suficientemente dormido como para recordar todos tus problemas, todo lo que te espera cuando abras los ojos. Es como que ni siquiera recuerdas bien que es sueño o no, sabes quién eres pero lo demás es algo nebuloso. Disfrute este momento de duda, por que sabia que mi realidad no era la mejor, menos hoy. Cuando abrí los ojos sentía pesados mis parpados, había llorado contra mi almohada y me había quedado dormida en algún momento.
Suspire mientras desbloqueaba mi celular y la lista de llamadas perdidas se extendía infinita frente a mis ojos, Prudence, Prudence, Prudence, Prudence, y así seguía. Las borre aburrida, ignore los mensajes de voz y mire la hora. Era afortunada de no trabajar hoy en el café, observe la habitación despertando, atenta a ver si había señal de la llegada o paso de Aria. Vi lo que no había notado al llegar, una nota doblada sobre la pantalla de mi computadora, me estire sobre el colchón antes de ponerme de pie y tomar el papel. La letra improvisada de Aria decía:

Haré turno extra esta tarde en el café.
Regreso tarde, traeré comida.
Very Happy

Ia.


Deje la nota en mi escritorio y bostece, el teléfono volvió a iluminarse y la canción comenzó otra vez mas, la deje sonar mientras pensaba en que hacer. Finalmente un baño fue lo mejor, me relaje, mi mente estaba en paz y aparentemente no jugaría conmigo ahora, pude pensar en nada mientras me relajaba bajo la caricia del agua caliente. Cuando salí, me vestí con mi cómoda ropa, al estilo vagabunda, un short de tela ligera, una camiseta corta y grande que caía por mi hombro, ate alto mi cabello y me puse mis lentes “nerd” tome la portátil que descansaba en su estuche y comencé a adelantar mis ensayos mientras mis oídos ensordecían con la música de mi celular.
Fue una casualidad que cuando terminara me sacara mis auriculares justo para escuchar como aporreaban la puerta de mi dormitorio.
-Si eres Prudence, estoy ocupada para esto ahora- grite desde mi cama que justo enfrentaba la puerta de madera blanca.
-Tranquila no soy ella- dijo una voz que conocía bien.
Deje de estirarme desde la cama para alcanzar mi pila de libros y mire petrificada la puerta de la que venia esa voz, de un salto estuve de pie y antes de que el continuara hablando abrí la puerta. Allí estaba el, Drake, uno de los mejores amigos de Patrick, la única diferencia era que Drake podía seguir su castigo divino entre la gente y mi novio no, ya no.
-Drake- susurre.
De el obtenía lo que podía sobre Patrick, y a través de el, Patrick mandaba reprimendas hacia mi. El joven alto y de cabello chocolate entro con seguridad, sin dudar se sentó en los pies de mi cama y me miro esperando que cerrara la puerta. Cuando lo hice, el hablo.
-Te ves…-paso un poco de tiempo en lo que el buscaba una palabra no tan cruel de decir que me veía como la mierda.
-Déjalo, no importa. Vienes a retarme ¿no?
-Si tomaras algo en cuenta mis palabras no tendría por qué hacerlo.
-Si el tomara mis palabras en cerio no tendríamos que lidiar con todo esto ¿no crees?
-No daré mi opinión al respecto, es mi deber mantenerme neutral en esto, si no todo se jodera.
Recordé cuando el y yo siempre nos arriesgábamos a desafiar a Patrick, luego el nos retaba, jurábamos madurar pero luego volvíamos a desafiarle. Recordé las risas en el living de mi casa mientras compartíamos bebidas, durante una de las conferencias de mi madre que la tenían en algún lugar del país.
Suspire.
-¿Qué paso con Prudence?- pregunto como si nada, mientras miraba la habitación- Gritaste que no querías verla, eso no es muy de mejores amigis por siempre
-Jamás me considere una de esas chicas capaces de decir mejores amigis- dije concierto desprecio la palabra que sonaba chillona y sin duda me conectaba a Caroline y Jane.
-Tal vez, no das con el perfil de mejores amigis- me miro y sonrió- Dime que paso.
Suspire y me senté frente a el en el suelo.
-Ella y Caroline, están de amigas
-Siempre lo fueron.
-Pero antes yo era mas su amiga que ella, ahora no
El me miro algo confundido-Mira quiero saber que pasa, pero los líos de chicas y reglas de amistad no se me da ni un poco.
-Les dijo que yo…-moví mi muñeca queriendo evitar tener que ser directa.
-Ohh-se limito a decir.
-Mira no me importa lo que la gente piense, pero realmente no me gusta que ellas tengan algo que realmente es mío para jugar a joderme.
-Entiendo eso.
-No es un tema para gritarlo y reírse, solo eso. –Mire mis dedos y suspire.- Ella no se los había dicho pero... quizás si lo haya hecho… no lo se la verdad, solo no quiero pensar en ello. Quizás ella conto tantas cosas mías a ellas. Quiero no pensar pero es algo imposible de evitar.
-Le dejare esta charla a Aria, ella sabrá manejarla mejor que yo, Sia.
Asentí, aun pensando en Pru.
-El me mando a ver como estabas.
-O pues dile que me volví una nudista, y me acuesto con más de diez hombres por noche, y mas de uno a la vez- bufe- Sabe como estoy ayer me vio.
Drake negó ante mis palabras con una sonrisa.
-Mira solo quiere lo mejor para ti, estar con él no lo sé… él es estúpido, lo sabes, pero cuando lo dice y me explica que pasa por su cabeza todo tiene una lógica que me hace ver lo mucho que te ama. No dudes de sus sentimientos.
Lo mire.
-Yo jamás lo dudo, solo estoy diciendo que esto es absurdo cuando estamos separados sufrimos, es una rueda de dolor silencioso. Si me llevara con el…
-El no explica todo lo que sucede respecto a sus condiciones.
-Lo se, si me explicara capaz entendiera. -Drake me miro enarcando las cejas- Bueno soy terca pero dame el beneficio de la duda siquiera.
Asintió en respuesta y miro la ventana, el cielo se encontraba anaranjado y rápidamente oscurecía.
-Tú sigues…
-Si sigo sellando.
-¿Ya me han marcado para el infierno?-pregunte mirando mis muñecas.
-Los pecados no son tan así, sino te hubiera marcado cuando salías con el, por el pecado de la lujuria- reí y el sonrió. -Tu alma es pura, siempre lo fue, aunque esta gris, tu dolor la empaña, te preocupas por la gente y no deseas mal, aun les perteneces a los de arriba. Si la cosa cambia prometo decírtelo. –me miro con cuidado-Patrick teme eso también, tu alma, el…
-El se enamoro de ella cuando la vio-sonreí al recuerdo de cuando él me había confesado todo.
-Lo tenía loco, estaba siempre siguiéndote la pista para ver esa alma brillante. Dios, el jamás había visto alguien tan pura, y cuando se acerco a ti, y vio esa actitud sarcástica y como lo mandabas al infierno sin dudar…
-Se condeno
Ambos quedamos en silencio.
-Sia… no vine solo por Patrick. Esto quizás haga que llame la atención
-Lo hace.
-No me refiero a eso, si no de alguien que quiera interferir… sabes no solo somos nosotros los que marcamos y nos llevamos las almas… están los que las cuidan, la tuya siendo del cielo…
Drake se puso de pie y despeino mi cabello con cariño, me sonrió.
-Olvídalo. Debo irme, le diré lo de que eres nudista y los hombres
Negué aturdida, lo mire-¿No dirás más?
-Sabes que no puedo, sabes lo que sabes y eso es bastante, lo que no refiere a nosotros te podría condenar si lo sabes.
Suspire rendida y me puse de pie para abrir la puerta. Lo mire apoyada en el marco una vez que salió al pasillo.
-Dile... dile que lo extraño…
El sonrió.
-El lo hace a todas horas Sia, nada cambia lo mucho que te ama ese idiota.
Vi como caminaba por el pasillo tranquilo y finalmente cuando desapareció, volví a la cama a pensar. Si me condenaran rebelándome los secretos, sería como ellos… pero eso no pasaría, no estaba en mis manos.
Ellos eran los maldecidos, todos tenias diferentes razones, pero su deber siempre solía ser el mismo.

Un poco después de que Drake se fuera llego Aria con comida china, nos acurrucamos en una cama grande improvisada en el suelo, comimos viendo una película desde la portátil de ella, hablábamos mientras mirábamos y ella como Drake logro robarme unas cuantas sonrisas. Cansadas para terminar de ver la película nos acurrucamos abrazadas y antes de dormir intercambiamos unas palabras.
-Sia... no puedo decirte que hacer pero.. Por favor.. Solo intenta… intenta no hacerlo.-su voz rara vez era tan dudosa y eso me hizo mirarla.-Por favor.
-Yo…
-Te daré tiempo... pero solo intenta… por mí, me preocupo por ti, no estás sola aquí.
-¿Tiempo?-me asegure sonriéndole. Ella asintió sonriendo conmigo.
-Nunca te dejare sola-susurro.
No podía rendirme, pero no podía dañarla, ella extrañaba a su amiga la que era su hermana con la que hacia locuras, no se la podía quitar más.
***
“Serán siervos del cielo, fieles al infierno.
Condenaran las almas, y verán como otros son premiados.
No conocerán lo que es la vida, porque ella nos pertenece.
Su castigo solo ustedes lo saben, y seguirá trascendiendo por las generaciones de su familia.

Maldecidos están y lo estarán.
Si me desafían algo peor conocerán.”

La maldición de Patrick Leblac, era acerca del amor, y al amarme desafío a quienes le ordenaban, su castigo creció y ahora, en lugar de solo marcar las almas de la gente… el debía recogerl
as.
Ser la muerte.

***
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MensajeTema: Re: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeJue Abr 04, 2013 9:07 pm

Capitulo 2.
Mi cuello dolía, al igual que mi espalda. Abrí mis ojos y vi como el dormitorio era iluminado por la luz de lo que era otro día soleando en California. Suspire y el cuerpo de Ia se removió a mi lado, nuestras piernas enredadas, mientras que yo usaba su pecho de almohada, costumbre que quedo de cómo dormía con Patrick. Con cuidado me separe de nuestro abrazo tratando de no despertarla, me senté en la cama improvisada y me estire sonando mi espalda. Bostece.
-Buenos días- susurro Aria medio dormida. La mire y le sonreí.
-Buen día
Ia se quedo acostada, como solía hacer siempre. A ella le gustaba quedarse un rato en la cama mientras se despertaba por completo, luego se levantaba mareada y maldecía por eso, aun que nunca planeaba cambiar esa costumbre suya.
Mirándola vi la casi invisible cicatriz de su cuello, ella no se preocupaba en ocultarla, la llevaba como estaba. Siempre llevaba esa actitud de seguridad, fuerte, admiraba eso de ella.
-¿Quieres bañarte primero?-pregunte poniéndome de pie haciendo una mueca ante el dolor de mi cintura. Negó, y bostezó mientras se estiraba.
-No, báñate tú, quiero quedarme un rato así… -Dijo con los ojos medio cerrados, mientras pasaba la mano por su cabello.
Mire como giraba por las frazadas sin querer volver a dormir solo distrayéndose, permaneciendo con los ojos cerrados.
Junte mis ropas y pase al baño. Una ducha rápida, con agua caliente, me despertó, me puse mi ropa interior y arregle nuevamente los vendajes, siempre cicatrizaba rápido, mire las líneas en mis muñecas, de manera ausente, sin terminar de entender como llego a pasar esto. Mientras yo buscaba que ponerme, ya fuera del baño, revolviendo mis cajones, pasaba el peine por mi cabello desenredándolo, Ia con sus cosas lista paso al baño, antes de entrar me miro.
-¿Batidos para el desayuno?-pregunto sonriendo
Sabía que seria así cuando le conté lo que había pasado ayer, al menos toda esta semana no me dejaría moverme por mi cuenta, por temer los ataques de Caroline. Luego de al menos una semana yo hablaría con ella, ya que en los otros días ella simplemente ignoraría mis ruegos de que dejara ir la situación, cuando me escuchara suspiraría pero finalmente accedería.
-Vale-dije devolviéndole la sonrisa.
Ella entro a bañarse, yo me cambie, una falda, botas, una blusa, me peine pero pase del maquillaje. Me senté en la cama mirando mi celular, la lista de llamadas era infinitamente larga, la borre por completo nuevamente. Pulse eligiendo uno de los mensajes de voz que me había dejado Prudence y escuche.
“Ana, mira, se que confiaste eso conmigo, puede que tu no necesites jamás hablar con alguien pero yo sí, Caroline es mi amiga y ella me escucha ahora que tu no. No pensé que lo diría, yo le pedí que no lo hiciera, solo quería un consejo… Ana... perdón. Me confundí, estuve mal. Te entiendo…” Colgué molesta y lance mi celular contra las almohadas de mi cama. Ella no me entendía, su vida era perfecta y nunca había conocido la soledad, yo crecí en ella y ahora era muy duro volver a eso. Me mantuve mirando el suelo, escuchando el ruido de la ducha, pensando. Mientras más lo hacia el enojo se disipaba mas y mas.

Te estás aislando. Te engaño por que le faltabas, ella quería una amiga y tú ya no lo eres para ella. Ya no puede encontrar eso en ti.
El dolor que provoco ese pensamiento en mi pecho hizo por completo cenizas mi enojo y el sentimiento de traición.

Sabes que primero fue Prudence, pero estas haciendo lo mismo con Aria ¿eso quieres? ¿Quedarte sola? Temes a la soledad, no siempre fue así pero ahora lo es y si no cambias un poco esa actitud egoísta las perderás. Si quieres ir con Patrick, está bien pero te irás haciendo que te odien. Sabes que Aria también solo te tiene a ti… su hermano no está, la dejo contigo. Olvidaste esa promesa. Que tu dolor no te ciegue. Sé que duele pero no puedes causar dolor, porque tu vida apeste justo ahora. Aria necesita a su amiga no a la zombie que eres, tienes que devolvérsela.
Pensé eso durante minutos, la voz en mi cabeza (y dios eso sonaba demente, realmente estaba enloqueciendo) siguió hablándome y juzgando mi actitud. Mirando el suelo, el color suela de mis botas, permanecí quieta y en silencio. Había sido egoísta todo este tiempo, todos se habían hartado, salvo Aria. Yo había prometido cuidarla y estar con ella. ¿Y que sucedía ahora? yo la había dejado sola todo este tiempo. Ella necesitaba de su amiga.
La mano de Aria se movió de lado a lado frente a mis ojos, trayéndome de regreso a la realidad, sacándome de mis pensamientos. La mire aturdida, no la había escuchado salir del baño. Mire como estaba, ya tenía puesta una falda negra y la camiseta entre sus manos lista para pasarla sobre su cabeza.
-Yo hablándote hace como cinco minutos y tu pensando en que el suelo está bajo tus pies-se puso la camiseta blanca que tenia escrita una frase que no me moleste en leer.
-Lo siento, estaba pensando en algo importante…-mire el suelo y negué-¿Ya estas lista?-pregunte mirándola-Tengo ganas de ese batido-sonreí, tome mi teléfono y lo arroje al morral. Cuando me volví ella me miraba, le alce una ceja divertida.
-Deja que tome mi bolso-se apresuro a su cama donde tiro en su bolso todo lo que necesitaría de una manera apresurada, sonrió cuando estuvo lista y sin dudar, ambas salimos al pasillo, ella cerró la puerta, yo mientras la espere en las escaleras. Cuando se acerco la mire.
-Dime lo que hablabas antes mientras te cambiabas, prometo escuchar.
Me miro en silencio pero asintió.
-Me quejaba de tener que cubrir en el café mañana y de que hoy debemos ir por las copias de textos del señor James.
-Oh cierto esas copias-suspire y pase la mano por mi cabello, jale de la puerta del edificio abriéndola para ella, Ia paso y la seguí- ¿quieres... hacer algo luego de las clases y recoger las copias?
Mi amiga se detuvo para mirarme- Sabes que si ¿pero tú quieres?
Me encogí de hombros y le di media sonrisa- Hace tiempo no salimos ¿no? Quiero decir, que yo lo apruebe y tú no me lleves obligada, podríamos dar una vuelta por el centro, comprar helado para cenar.
-Estas queriendo comprarme!-me acuso, incluso me señalo con su dedo. -¿Helado para la cena? ¿Qué escondes Whiteheart? ¿Debo temer?
-¿No puedo invitarte a salir y por helado para cenar?-pregunte avanzando por los caminos de los parques del campus, camino al café donde hacían los batidos que nos gustaban.
-Oh no me engaña señorita-dijo caminando apresurada detrás de mi- ¿Salir? ¿Helado para la cena? Y luego dirás ¿Qué? ¿Cine?
Reí-Tal vez... solo trato de…
-¿Haces esto porque quiero cuidarte de esas brujas?
-No Aria, no es por eso ¿no extrañas nuestras salidas?
-Claro que lo hago pero… -se quedo callada por lo que me volví a verla- Estas haciendo esto porque… extrañas las salidas o por qué crees que es necesario
-Soy mala amiga-me limite a decir-Lo sé.
Ella frunció el ceño y bufo-No soy Prudence, tonta, yo si te entiendo. Sé que pasa por tu cabeza, se lo que es estar sola y…
La interrumpí-Te he vuelto a dejar sola… estoy siendo una maldita egoísta al solo estar centrada en mí y mi dolor y-suspire- Ambas somos tercas, orgullosas, y nunca dejaremos que nos vean débiles, tu jamás dirás que me necesitas y simplemente me darás el espacio que necesite… y maldición, te estás dejando a un lado.
-No es cierto, estuve en tu lugar, quieres estar sola...
-Dios! No quiero eso… me aterra la soledad como jamás lo había hecho y yo solo me alejo mas y mas… No quiero perderte Ia y… te arrebate tu amiga.-dije mirando el suelo.
Ella comenzó a reír y se apresuro a abrazarme- Tonta no hables como si fueras dos personas eres mi amiga no me quitaste nada-dijo mientras peinaba mi cabello con cariño, y hablaba en mi oído- a veces… uno tiene que entender al otro, yo muchas veces te mande al diablo y ahora tú necesitas espacio, te ahorro la culpa de mandarme al infierno para dejarte en paz.
Reí y la abrace fuerte- Deja de suponer cosas te necesito, si me das espacio esto crecerá... Peleo mucho contra la cosa que me hace querer envolverme en una manta y tirarme bajo la cama, no fiestas pero si tu... Necesito que me necesites.
-Ohh Sia-beso mi mejilla- Veamos si digo que te necesito será verdad, lo hago pero si lo hago te culparas verdad?
-Cierto.
-No te tortures y simplemente...-se separo de mi y sonrió-Compras y helado para la cena
El sonreí en respuesta.

Compramos los batidos, el mío de naranja y durazno, y el de Ia de melón con mucha azúcar. Congelamos nuestro cerebro y reímos de nuestras caras ante cada helado sorbo. Las clases fueron lentas, entregue trabajos, tome apuntes y como todos, no me sentí feliz de que hubiera fecha de examen. Lentamente tenía que volver a ser yo por Ia, y cuando ella ya no estuviera sola… y no necesitara de mi yo podría simplemente ir con Patrick. Al menos así sería el plan ahora.
Cuando salí de mi última clase, Aria me esperaba, comenzamos caminar en dirección a la oficina de copias, comenzamos a hablar de libros y personajes, otra de nuestras conversaciones raras que había extrañado tanto. Lo admitía, era lindo regresar a esto, a las risas con mi amiga. La fila nos miraba raro por nuestros comentarios y risas, pero no nos importo, nunca lo hacía.

-No luzco como ella-se quejo mientras guardábamos las copias a un lado de la fila y por fin volvíamos a la puerta de la oficina para salir.
-Lo siento pero es así-dije entre risas.
La puerta se abrió, un chico alto entro y se apoyo en la puerta para que pasáramos, Aria lo evaluó con la mirada, avergonzándome, yo simplemente lo ignore, solo le eche un vistazo al cruzar para agradecer.
-Gracias- susurre pasando y mirando demasiado rápido unos ojos casi negros, eran pozos profundos y oscuros.
Una sonrisa rápida que no pude ver del todo, y dijo-De nada.
-¿Viste eso?
Pregunto una vez lejos Ia, aun mirando hacia atrás, mientras yo avanzaba al estacionamiento.
-La verdad no… tenía ojos… raros.
-Si… y era muy guapo.
-No quise mirar, tú lo hiciste demasiado obvio, el ego de ese chico debe ser más alto que el edificio Empire State luego de tu mirada babosa.
-Y como para no, era caliente, y la sonrisa que nos dio-suspiro
Rodé los ojos-Aria necesitas una pareja que apague esa actitud.
Ella rio en respuesta

Por la tarde recorrimos tiendas, compramos varios libros nuevos y usados, pasamos por una tienda donde comprábamos la mayoría de nuestra ropa, ella compro algunas blusas, yo tome algunos vestidos y faldas de verano, por lo que iba el clima, estaríamos bajo este sol mucho rato.
Luego de gastar gran parte de nuestro sueldo, seguimos dando vueltas comiendo golosinas y todas esas cosas que un dentista quemaría. Una vez que mis piernas dolían, y Aria maldecía a sus zapatos por estar matando sus pies, volvimos a su auto. Habíamos elegido el de ella por la ventaja de que el suyo era descapotable, mientras que el mío no. Aria respetaba las normas de transito, como quizás yo no lo hacía, igualmente sabia que lo hacía por cuidar su auto, ya que cuando conducía uno ajeno, íbamos mucho más rápido, por eso jamás le prestaba el mío.
Nos detuvimos por helado y seguimos hasta nuestro dormitorio, ella propuso la cama improvisada y terminar la película, pero pase de eso por el dolor que había tenido en la mañana, nos tiramos en mi cama escuchando música y hablando.
-Bueno, mañana luego del trabajo… ¿quieres salir a comer?
Ella hundió la cuchara en su pote de helado. -¿Quieres?
-Claro, iremos a algún lado que conozcas y te guste para comer.
Tomo mi pote de helado y el de ella y los metió en pequeño refrigerador que teníamos en el dormitorio.
-No te esfuerces demasiado-dijo dejándose caer en su cama.
-No lo hago
Ella me miro en silencio.
La verdad era que era fácil regresar a la normalidad, al menos con ella lo era. Yo seguía siendo yo, cuando el sentimiento de soledad no estaba podía sonreír, hablar reír. Cuando recordaba mi vida y recordaba a Patrick, había un sentimiento de vacio tan grande que me absorbía, sabía que viviría con ello, ya que jamás lo podría llenar. Ese vacío me hacia ansiar volver con Patrick, por que el me lo había revelado y el era la pieza que lo llenaba. Mi vida solo lo necesitaba.
Le desee buenas noches a Ia y nos comentábamos que había estado bien el día de hoy.
Mi mente se había nublado ya un poco.
-Te extrañe-susurro Aria medio dormida ya.
La mire dormir un rato quizás largo, quizás no tanto. Yo era la pieza que necesitaba Ia, no podía dejarla. Me repetí eso mientras esperaba que me llegara el sueño.

Tu vida no es tan mala, solo… vívela un poco mas… si no es por ti, por ella al menos.
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MensajeTema: Re: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeJue Abr 04, 2013 9:11 pm

Capitulo 3.
Mi mirada se perdió en el reloj del café por un momento casi creí verlo todo negro, tome aire apoyando la bandeja en la barra de madera oscura, sentía un poco flojo los brazos, y mi cuerpo frio rodeado de calor. Cerré los ojos con fuerza unos minutos y cuando los abrí todo volvió lentamente a la normalidad.
-me asegurare no tomar mas las noches de poesía y el karaoke melancólico.-dijo Ia dejando a la bandeja a mi lado-si quieren enamorarme, no me dejen servilletas manchadas de café con poemas tan…-bufo- déjenme propina, debo pagar mis libros.
Sonreí a sus palabras-¿Que dicen hoy?
Ia aclaro su garganta y saco del bolsillo del delantal negro, una servilleta manchada y con letra negra desprolija
-“Tu sonrisa de piano, y tu voz musical. Cuando tomas mi orden me vuelves enamorar. Si de mi dependiera tus manos jamás serian machadas, y de los tesoros mas grandes serias decorada.-ella arrugo el papel y lo tire en su bolsillo otra vez.-No me jodas, deja propina para que valga ensuciar mis manos. La próxima vez le tirare el café caliente sobre el pantalón, pierda o no parte de mi sueldo.
-Sabes que no puedes hacer esas cosas, Sam no lo toleraría.
-De hecho se que le gustaría, siempre le divierte.
Sam era el dueño del café, tendría unos 26 años o mas, en algún momento si no me equivoco el y Ia habían salido, hasta donde yo sabia ahora solo eran buenos amigos. Mi amiga no se caracterizaba por relaciones largas, salía con buenos chicos que realmente siempre estaban perdidamente enamorados de ella (Sam aun lo esta), pero a pesar de todo ese amor ella… nunca se dejaba amar, acababa esas relaciones y las etiquetaba como o una nueva buena amistad. La mire, mientras ella acomodaba algunas cosas en su bandeja, hoy la había notado ansiosa, muy pendiente del teléfono, estaría en algo ahora, me preguntaba algo dudosa. Tanto tiempo había estado indiferente a sus cosas
-Chico-gótico entrando-anuncio haciendo que como reflejo mirara a la puerta del café.
Y si allí estaba entrando Ray, era nuestro compañero, un adolescente estudiando en ante ultimo o ultimo año de preparatoria. Vistiendo sus típicas ropas oscuras, sus botas, la campera negra, morral de alguna banda que solo el conocería, luciendo su cabello negro, y sus uñas pintadas- Aria siempre decía que seguramente delineaba sus ojos de color gris.
Suspire y corrí un mechón de mi cabello que se había salido de mi moño improvisado, hoy no le tocaba trabajar, pero siempre sucedía lo mismo. Si Ray no conseguía mis turnos, venia a que lo atienda, y si, este chico se había “enamorado” de mi.
-Sia-dijo como saludo, sonriendo.
-Ray -sonreí con suavidad- Cappuccino y brownies-pregunte ya que era su pedido habitual.
El sonrió aun mas, supongo que porque recordara su pedido diario.
-Por favor, Sia.
Camino hasta un espacio vacío, una pequeña mesa debajo de un cuadro en blanco y negro sobre la pared de ladrillo. Saco de su morral un manga que comenzó a leer cada tanto mirándome.
Trabajar en el café no era del todo malo, con Ia llegaba a ser divertido, pero aunque no se le pudiera llamar malo, tampoco era asombroso. La gente, sus pedidos, nuestros clientes habituales no eran solo gente normal, teníamos de todo. Adolescentes salidos de la prepa, adultos simples reuniéndose a hablar, gente de oficina que pasaba por un café en su almuerzo y una rica porción de pastel de frambuesas, y sumaba al ambiente el sonido de las teclas de sus portátiles que se mezclaba con la música baja que sonaba habitualmente, también había universitarios, grupos de amigos riendo en alguno de los rincones, casi podía asegurar que algunos de mis clientes eran mis compañeros.
Mi turno hoy acabaría a las 7:30, me sentía aliviada de no tener que cerrar eso era algo demasiado molesto. Cuando uno debía cerrar tenía que hacer el cierre de la caja, acomodar mesas y sillas, limpiar la barra y los aparatos, controlar cerrojos, acomodar los sillones y sus almohadones, acomodar las cosas para el día siguiente y cerrar bien el portón trasero una vez que acabaras con todo. Lo malo no está en hacer esas simples tareas, si no en la responsabilidad de lidiar solo, cuando uno cierra es el responsable de lo que pueda suceder, muchas veces he revisado al menos tres o cuatro veces las puertas y ventanas por miedo a haber dejado algo abierto.
Cargando mis órdenes a la bandeja camine por el café, entre mesas, sillas, sofás y gente. Apoye la orden de Ray en su mesa y el dejo a un lado su manga.
-¿Como estas Sia?
He aquí la típica charla vacía que manteníamos habitualmente.
Suspire y aproveche este pequeño tiempo para rehacer mi moño y apartar correctamente el cabello de mi rostro.
-Trabajando, estudiando, algo cansada supongo.-dije mirando las mesas atenta a si necesitaban de mi. - ¿Y tú?
El comenzó a cortar con el tenedor su postre de manera distraída.
-Bien, atareado… escuche por unos amigos de una gran fiesta que habrá con los de último año de preparatoria y los de la universidad.-comento para luego mirarme.
Admitiría que era un chico lindo, educado y cada tanto algo tímido, era un friki sin duda pero no era desagradable.
-Si estas atareado quizás una fiesta no sea el mejor plan-dije de manera automática, algo ausente a la charla.
El sonrió-Si... Pero puedo… puedo estar libre. ¿Tu, iras?
Lo mire entendiendo a que iba.
-Las fiestas no son lo mío, creo que luzco mas como las de tirarme a leer ¿no?- el miro su café y luego me miro de nuevo.
-Lo sé, solo que quizás iba a llevarte Ia a la fiesta y…-dudo- En el caso que no vayas podríamos ir a una proyección de películas de terror en el cementerio, tengo una entrada extra.
Me mantuve inmóvil paralizada por la idea tan tétrica.
-¿Un cementerio? ¿Realmente hacen algo así?-pregunte aun asombrada por aquella invitación. Ray asintió.
-Realmente lo hacen, no miento, es genial, ya he ido antes.
Pestañee aturdida pensado en que cuando yo iba a la prepa me consideraban rara
-Ray esas cosas no van conmigo, lo siento. Tengo trabajo, hablamos luego.
Tome la bandeja y sin mirarlo me aleje para otra mesa que esperaba por ser atendida. Me sentía mal por rechazar de esa manera al pobre chico pero realmente jamás podría querer a alguien más, mi vida había cambiado y si seguía viva el amor no sería algo que volvería a vivir,
El tiempo paso lento, Ia termino de atender a Ray y cuando se fue no dudo en venir a reírse de la idea de cita romántica en un cementerio. Finalmente llego la esperada hora. 7:30 p.m. y Aria y yo salimos, había comenzado a dirigirme a mi auto pero ella se detuvo para despedirse, otra vez había un ensayo con la banda. Si, mi amiga era una amante de la música y mantenía una banda de rock con algunos amigos de ella, no iba a sus ensayos a pesar de ser invitada pero si me filtraba para ver las tocadas, cuando al menos estaba de ánimo. Me ofrecí a alcanzarla pero ella dijo que ya la pasarían a buscar, suspirando y mirando lo fresco que estaba el día me saque mi campera y se la di, ya que regresaría en auto.
Caminar por las calles de los negocios era parte de un recorrido innecesario pero quería ver algunas cosas, quizás cenar fuera. Sentí como chocaban contra mí y mire algo aturdida a la persona que me miraba detrás de mí.
-Caroline-dije sin ganas, agotada para algo como lo que se esperaría de ella.
-Ohh mira con quien me he chocado-dijo sonriente con el bolso colgando en su brazo y su teléfono celular en la mano.
Simplemente rodé los ojos, y me gire para continuar, mi ánimo bajaba de una manera impresionante cuando la veía. Me tomo por la muñeca desde detrás para detenerme, como pude contuve la mueca, quizás no me dolía pero era más que físico psicológico, la idea que notara que tenía un pinto débil, que no dudaría en taladrar hasta que yo por completo cediera.
-Solo quería decir felicidades, ya sabes… por tus nuevos hermanitos.-me volví para mirarla aturdida, desentendida de sus palabras.
-¿Hermanos? Te estarás confundiendo no tengo.
Ella fingió sorpresa y miro su celular.
-No me equivoco, no es acaso la fiesta del nacimiento de tus medios hermanos esta semana-me miro- ya sabes los hijos que tu padre tuvo con su ex alumna…
Pestañee asombrada. Bien aquí había varios puntos, mi padre había embarazado a la idiota de su novia o lo que fuera, actual mujer seria el término correcto. Yo no sabía nada de él hace tiempo, está bien que yo lo hubiera mandado al diablo pero no comentarme cosas así… Iba a hacer una fiesta familiar, iba a celebrar a sus nuevos hijos, mis hermanos pero no me había dicho ni siquiera que había comenzado la idea de familia otra vez. Había tenido nueve meses para intentar comentarme algo como eso.
La cara de satisfacción de Caroline no podía ser mayor, me soltó lento, disfrutando de lo que debería ser mi cara y me miro ladeando la cabeza.
-¿No sabias? Mira, me sorprende porque hasta Prudences sabía de esto y…
No escuche mas, solo me gire y comencé a caminar.
Prudences… ella sabía, ella me lo había ocultado y se lo había dicho a Caroline, su nueva amiga. ¿Ahora se complotaba para mi sufrimiento? No podía imaginar nada de nada, ni la más mínima idea de lo que pasaría por su cabeza rubia.
En algún momento comenzó a llover, y lo supe cuando llegue a un mirador empapada y vi que fuera del techo de madera se extendía cortinas de agua. Había caminado en lo que habría sido un trance, perdida en mis pensamientos, mis culpas, dolores y recuerdos, no había sentido el agua helada golpear contra mi cuerpo, pero ahora, envuelta en el ruido de la incesante lluvia, temblando con la piel helada, los ojos llorosos, las pestañas pesadas y los labios partidos, ahora veía tantas cosas. Me sentía más sola que nunca, allí aislada, sobre el banco de madera, abrace mis rodillas. Podía con dificultad diferenciar el rompimiento de las olas con la lluvia.
Estaba sola y aislada, y no solo en el sentido de estar entre paredes de agua.
Mi vida estaba vacía y sin sentido, sin familia, perdiendo lento mis amigos, llenándome del odio de la gente.
Deje las lagrimas silenciosas correr por mis mejillas. Estaba asustada, aterrada. La soledad era tan oscura y yo ya no me acordaba como era eso de “ser fuerte”.
El calor me envolvió de la nada, tan de repente que me asuste. Sentí el perfume fuerte y único envolverme, en aquella campera de cuero color suela. Mas lagrimas salieron de mis ojos y el llanto no fue tan silencioso como lo había mantenido hasta ahora. Costó mucho cuando mire encontrar la forma de aquel chico, que me miraba con aquellos ojos profundos como si pudiera ver mi alma, como muchos que conocía podían hacer,

***
Si pudieras ver mi alma ¿Qué verías?
Solo vería luz.
***
“Solo luz” pensé. Ahora solo se podrían topar con una inmensa oscuridad. Un vacio inmenso. Porque lo que fue luz, lo que era mi esperanza, se ha apagado y extinguido con este tiempo, por la angustia, la soledad y mis miedos.
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MensajeTema: Re: Kill me Romantically.   Kill me Romantically. Icon_minitimeSáb Abr 13, 2013 11:03 am

Capitulo 4


Costo enfocar la mirada en el, mis parpados estaban pesados, como mis pestañas, mis ojos se ahogaban con las lagrimas, todo eso me dificulto encontrar bien su forma por unos segundos, me fue familiar de alguna manera, bueno, quizás dos. Era como si lo hubiera visto antes, tal vez era del café, la universidad, de algún lugar… pero por otro lado estaba esa sensación, de cómo si su presencia siempre estuviera, era una sensación más que familiar, ni yo me lo podía explicar. Mi garganta era un nudo casi imposible de desatar, así que él solo tratar de gesticular una pregunta me dolió tanto como si dos fuertes manos hicieran presión sobre mi cuello cortándome el aire.
-¿Hace frio verdad?-dijo con amabilidad apoyándose en una de las columnas del mirador, entrecerré los ojos, como si eso fuera a quitar algún tipo de niebla que lo hacía ver diferente. Limpie mis lágrimas con el dorso de mi mano y tome aire.
-Si es así no deberías dejar que un extraño mojara tu campera -dije mirándolo de nuevo, mi muralla subiendo lentamente para mi protección. Casi era extraño tenerla.
El rio apartando la mirada de mí y mirando la cortina de agua que comenzaba a ceder.
-Tú la necesitas más.
Rodé los ojos y deje la campera en el banco mientras me ponía de pie, era algo difícil, me sentía demasiado fácil de derribar, como si el viento fuera a llevarme, mis piernas temblaban pero me obligue a caminar.
-No necesito nada de nadie, menos de un extraño. Si esperas gratitud y dulzura o lo que sea, olvídalo desde ya, y ahora-lo mire por una milésima parte de segundo-fue un placer no conocerte.
Pase a su lado y cruce la cortina, mi ropa ya estaba empapada así que no se sintió tan terrible. No quería a nadie cerca, no quería que nadie me viera, que supiera que me dolía lo que me pasaba, lo que me decían, lo que era mi vida. No quería. Cruce la calle, el agua golpeaba contra mí, mi cabello empapado se apegaba a mi espalda y chorreaba sobre la tela.
Suspire, y escuche los pasos detrás de mí.
-Sabes, puedo alcanzarte al campus, vamos a la misma universidad, enfermaras si sigues bajo el agua.
-No me matara algo de lluvia y un resfriado-dije mirando al frente, paso firme y sin pensar demasiado para no llorar. Podría jurar escuchar un bufido, pero por la lluvia no garantizaba que fuera cierto, quizás era el viento, que pegaba la tela mojada mas a mi cuerpo.
-¿No tienes carro?
Sople el aire fuera de mis pulmones y apreté las manos en puños.
-Eres un extraño de mi misma universidad, si tengo o no un carro es cosa mía ¿no? ya déjame en paz, si muero quizás lo sepas por las noticias.
-Las calles son un peligro a estas horas
-Por acosadores como tu-dije y me voltee para verlo con la campera en una mano y un paraguas en la otra- Mira gracias por el acto de generosidad desinteresado o lo que sea esto, pero no insistas. No temo a choques, lluvia, enfermedades, ladrones, ebrios, violadores... lo que fuera, si pasa, pasa y ya, es mi vida y solo yo tengo vela en mi entierro ¿vale?
Me volví y apresure mi paso, ignorando el frio de mis pulmones, el dolor en el vaso, y la quemazón en la garganta.
Camine mis agradables 16 cuadras hasta mi auto, y rogué que por favor su motor viviera. El extraño me había seguido tranquilo, provocándome escalofríos. Saque mis llaves del bolsillo y abrí la puerta de mi auto, me lamente mientras entraba, sufriendo por dañar mi asiento con mi ropa empapada. Cerré la puerta puse el seguro y sin mirar hacia fuera, solo mirando mis manos heladas temblando que trataban de atinar la llave en el contacto. La moví y… nada.
-Maldición.
Suspire, esto están de libro que no se podría creer. Insistí una, dos veces y muerto. Con algo de timidez mire a través del parabrisas y allí estaba el chico al otro lado de la calle. Tétrico. Lo mire, mi respiración calmándose, la tensión aflojando, la desesperación desapareciendo, era algo raro, aun con la semejante distancia, y mi vista mala para la distancia, podía ver sus ojos negros. Mi boca se abrió exhalando el aire contenido cuando me pareció ver un brillo en su mirada. Mi cuerpo en automático volvió a intentar encender el motor y esta vez arranco, lo deje calentar para que no muriera y luego de un tiempo dolorosamente largo, saque mi coche del estacionamiento, mire por el retrovisor al extraño joven, con su metro ochenta, tal vez, su cabello chocolate y ojos negros, una sonrisa en su boca, de esas que a cualquier chica mataría, pero a mí no, era de esas burlonas, rebosantes de soberbia y fe en sí mismo.
Enfermizo, a pesar de su belleza.
Quizás supere la velocidad establecida pero pronto ya estaba en el estacionamiento del campus, ni siquiera me había molestado en poner música. Camine algo cansada hasta mi dormitorio, y fui recibida por una fría oscuridad. Tiritando de frio me deshice de mis empapadas ropas, y avance hasta el baño en mi ropa interior con mi cabello mojando mi piel, abrí la llave del agua caliente llenando la bañera, en el lava manos escurrí mi cabello. Ojos rojos, piel blanca, labios morados, todo eso se reflejaba en el espejo frente a mí, mientras poco a poco se empañaba. Soy un fantasma.
Cuando el agua estaba a poco de rebalsar, cerré la llave y me metí, mi piel y el agua fue un choque casi doloroso, yo era un tempano de hielo, mientras que la bañera era una hoya lista para hervir la comida del día. Mi estomago gruño al pensar en comida. Me hundí en el agua piernas, torso, brazos, cuello, hasta la nariz... hasta mi último cabello, algo del agua rebalso pero no importo. Mi cabeza apoyada en la base de la bañera, mi cabello flotando en el agua, mis ojos abiertos mirando todo detrás de la capa de borrosa.
Lento solté el aire.
Lento cerré los ojos y me mantuve allí

Salte derramando más agua y inhale el aire como pude, mi garganta dolía, aunque mi cuerpo se sentía más cálido. Mi pecho agitado subía y bajaba. Tosí un par de veces, antes de terminar abrazándome a mí misma.
Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola.
Me quedo allí hasta que el agua comienza a enfriarse, perdida en pensamientos enredados, torturada por recuerdos, escuchando viejos diálogos en mi cabeza, todo solo lo empeora. Siento como si mi cerebro latiera, agotado, dolorosamente lento. Con ponerme de pie el agua se desliza lento en mi piel, me quedo quieta, inmóvil temiendo a un repentino mareo, cuando todo vuelve a su lugar, o eso creo, salgo. Mucha agua salpicada, que luego secare.
Mientras me visto solo pienso en algo, esa caja, lo que tiene escondido, lo que yo escondo. Mi pecho y mi mejilla se apoyan contra un suelo helado, mi pijama no puede protegerme del frio que se filtra lento. Bajo la cama identifico la caja, sus flores, rosas en diferentes tonos, cada tanto cubiertas por negro. Sentándome allí a un lado de la cama, tiro la tapa a un lado. Recuerdos. Fotos, cajas con cartas, bolsitas de delicadas telas conteniendo regalos... viejos obsequios de mi madre. Fotos en familia hay muchas, algunas dañadas por mis tijeras otras por mis fibrones, algunas arregladas con cinta.
Allí en el fondo cuidadosamente acomodadas entre telas para no romperse, allí estaban. Tres hermosas esferas de nieve, bueno quizás no nieve, sino unos brillitos. “Brillitos mágicos”, el polvo de hadas, así lo llamaba yo, tome el que tenía una torre. Mis dedos acariciaron el cristal, quizás con algo de nostalgia, luego trazaron el pie, blanco y dorado, en un intento de efecto antiguo, una delicada manecilla para la música que podía tocar. Agite las esfera y observe como el “polvo mágico” flotaba, siempre pedía deseos, estaban cerca de la ventana de mi habitación, por eso de cuatro habían quedado tres, Patrick una noche había tirado una, se mortifico bastante. Suspiro y balanceo la esfera, tan frágil como yo me siento, entre mis manos. Miro la nota en la caja, las palabras de mi padre, quien me traicionaría. Mis manos se aferran a la esfera y antes de notarlo, las lágrimas chocan contra el cristal y resbalan por él. Palabras, recuerdos, todo es solo lo que guarda una vieja caja bajo mi cama. ¿Para qué guardar lo que fue una simple farsa, lo que nunca llego a ser familia? Todos esos recuerdos, eran recuerdos de una gran falla. Mi mano derecha lanza contra la puerta la cuidada esfera, que estalla en miles de fragmentos, el golpe del pesado pie suena, la torre está rota en el suelo, y los brillos esparcidos. No hay nada de mágico en ellos.
Lanzo la siguiente esfera con aun más bronca, aprecio su forma de estallar, veo como sus restos se reparten por el suelo. Cuando tomo la ultima, mis fuerzas son casi nada. La vuelvo a dejar en su lugar, ya no puedo hacer nada, me arrastro hacia los cristales rotos. Las lágrimas caen por mis mejillas otra vez, entre astillas de vidrio tomo la torre partida a la mitad. Un nudo en mi garganta me ahoga, casi no entra ni sale aire de mis pulmones. Me quedo un tiempo allí.
La tormenta suena mientras estoy allí de rodillas entre cristales y partes rotas de lo que fue mi mayor tesoro, mis dedos tratan de limpiar acariciando la torre pero esta solo se tiñe de rojo, casi ni lo noto pero poco a poco regreso al ahora, los golpes en la puerta, la desesperación en la voz de Aria, sollozo y me asusto un poco al verme tan mal, llorando, casi sin respirar, con las manos sangradas por las astillas que me clave, siento las puntadas en mis rodillas de los cristales que están esparcidas allí.
¿Qué hice? ¿Qué hice? No entiendo nada de lo que sucede. ¿Qué hice? ¿Cómo he llegado aquí?
La puerta esta cerrada con mi llave y así ella no puede lograr entrar, con el dorso de mi mano seco un poco mis lagrimas, mi mano libre se apoya en el suelo para ayudarme a poner de pie. Grito sin poder evitarlo y de pie miro aterrada el trozo de vidrio en la palma de mi mano.
-Aria..-digo quebrada, asustada, temblando.
No me asusta mi sangre, no me asusta lo que perdí, ni el vidrio, me asusta sentirme tan frágil como esas esferas, verme tan rota, ver que aun me importa lo que era mi vida.
La puerta se escucha mas apresurada, ella maldice, escucho sus llaves tintineando, sus golpes a la puerta, escucho su nerviosismo y su miedo. Mis llaves caen y la puerta se abre. Alzo la mirada y la veo, se ve nerviosa, agitada, sus manos tiemblan, mira el suelo, me mira, me recorre con su mirada buscando que esta mal, ve sangre y allí noto sus ojos brillando en lagrimas que bañan sus mejillas.
Cierra la puerta y sus pasos suenan con algunos crujidos de cristales, mira mis manos mis muñecas, con cuidado me rodea con sus brazos en un fuerte y tembloroso abrazo.
-Sia...-su voz tiembla y me rompo aun mas.

***
Siempre he odiado profundamente verme débil, frágil. Me sentaba mal que la gente notara que sucedía en mi cabeza, en mi alma y corazón. Me gustaba mostrar que nada podía herirme que nada me podía golpear tan fuerte como para hacerme caer. Todo lo que me hería aquí estaba, todo rebalsando escapando de mi hasta por mis poros, rompiéndome de adentro hacia fuera, dejándome… siendo nada.
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